«ABOGADO ROBOT» vs ABOGADO. CUESTIÓN DE VALOR AÑADIDO.

Abogado de familia - Ton Prades Advocats

Esta semana he leído un artículo sobre el “abogado robot”, algo que en EEUU se está implementando en algunos despachos. La mecánica sería algo así como que el abogado (persona) marca una serie de datos clave relativos a un caso, alimentando un programa informático, de forma que este (el robot) identifica el problema y ofrece soluciones en un tiempo record para que el abogado lo examine posteriormente y pueda tomar una decisión acertada. Asimismo leo que, en fase de prueba, se están utilizando estas herramientas para redactar contratos no complejos y otras operaciones propias del sector jurídico como redactar una demanda sencilla. Tareas con escaso valor añadido, sin menoscabo alguno del mérito tecnológico.

Aún voy más allá y me pregunto si con un suministro completo de datos no se podría presionar un “botón  mágico” y obtener una resolución al problema (caso) en forma de sentencia. Tan solo me hago eco de las informaciones que van llegando y de los abismales cambios que se avecinan y que, según pronostican los gurús, modificaran por completo el sector jurídico.

Históricamente los avances tecnológicos han supuesto un desplazamiento de la intervención humana hacia otros quehaceres, en definitiva una devaluación del valor añadido que hasta ese momento suponía el indispensable esfuerzo humano.

Constatado lo anterior y de forma paralela también podemos decir que hoy por hoy (no sabemos qué nos depara el futuro) una máquina no puede sustituir el trato humano. Aquella tranquilidad que en un encuentro personal podemos transmitir al cliente angustiado, por poner un ejemplo; por cierto uno de los momentos más gratificantes de la profesión de abogado y que las máquinas jamás podrán experimentar. No será fácil para el robot hacerse con ese irreductible coto de valor añadido que por naturaleza poseemos las personas.

Dicho ello, creo que de forma imprescindible cada cual debe hallar, potenciar y poner de relieve el valor añadido con el que pueda identificarse en el variopinto universo de la prestación de servicios jurídicos. Su valor añadido. Porque sin añadir valor a nuestro trabajo devendremos vulgares con el tiempo y no podremos competir con los robots; siempre ganarán ellos (y las empresas de tecnología) y perderemos nosotros, los abogados.

Convivamos y aliémonos; el robot para agilizar, facilitar e incluso predecir en temas sencillos (su valor añadido) y los abogados para escuchar activamente al cliente, ofrecerle trato humano, compartir y transmitir emociones, cada cual con su particular valor añadido.

Ton Prades Espot.

One Comment

Leave a Reply

Your email address will not be published.